Era menudo y delicado como un pajarito. Más que hablar piaba como si estuviera en el nido pidiéndole a mamá pájaro un gusano que llevarse al pico. Con esa voz pedía su consumición. Pero en este caso yo era la pájara, y un “Manhattan” de vermú, whisky canadiense y angostura, el embriagador gusano.
Le serví su copa, la cogió con sus dedos finos y blancos, limpió el borde con una servilleta de papel. Al ver mi gesto de contrariedad, explicó:
- Le pido disculpas. No dudo de las perfectas condiciones higiénicas de su establecimiento, pero son viejas manías.
Probó su cóctel, hizo un gesto de asentimiento y continuó.
- Yo antes era muy escrupuloso. Tenía la sensación de vivir en mundo lleno de gérmenes. Y todos ellos dispuestos a entrar en mi cuerpo a través de mis manos. Todo lo que tocaba parecía estar contaminado, aunque su aspecto fuera reluciente. Imaginaba la lepra acechando en la manilla del taxi, el herpes más terrible agazapado en el botón del ascensor, sífilis en copa, tuberculosis en el bolígrafo común del banco o del notario. Tras cada gesto que hacía corría a lavarme las manos compulsivamente, y cuando terminaba de secármelas meticulosamente pensaba en quién habría usado aquella toalla antes o en qué operario con las manos llenas de orines habría colocado el recambio de las de papel.
Hizo una pausa para volver a probar su bebida y continuó:
-Y volvía a lavármelas una y otra vez intentando borrar lo imborrable. Complejo de Pilatos, creo que le llaman. Pero afortunadamente todo terminó. Tanta y permanente humedad me provocó la aparición de un extraño hongo.
Apuró su copa, dejó delicadamente el importe de su consumición sobre la barra y mientras se marchaba concluyó con una sonrisa extraña:
-Así acabó mi manía. Estos hongos son terribles, pero ahora el que contamino soy yo.
Cuando salió cogí su copa con un trapo y la tiré a la basura. Y tiré el trapo. Y el dinero. Hay ideas francamente contagiosas.
jueves, 16 de agosto de 2007
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4 comentarios:
Estuve en http://cocinaparaimpostores.blogspot.com/ el blog al que me mandaste a comer el otro día, muy sorprendente y cachondo. Lo malo es que la historia de hoy no da hambre precisamente. Enhorabuena.
No he podido evitarlo: He realizado un recorrido mental por mi día a día y estoy realmente asustada: el taquillero del metro; el asiento libre que encuentro en el que me siento; la barandilla de la escalera mecánica; la taza del primer café del día, justito al lado de la oficina; los cientos de papeles que manoseo a diario, a su vez, antes, manoseados por cientos de personas; el restaurante en el que como, la vuelta al metro .......
Me han contagiado algo, de seguro. Estoy enferma, seguro. Pero, vamos, seguro, segurísimo ......
Tranquila, el ron (sobre todo el bueno) mata todos los virus, incluido el de la tristeza. Es sabido que nunca hubo piratas tristes. Al menos hasta que no estaban en la horca. Gracias, como siempre, por tus agradables visitas.
Gracias "anónimo". La verdad es que la última historia del barman era un poco inquietante. En cuanto al blog de Falsarius Chef, efectivamente es muy suyo. El lado oscuro de Arzak o uno de esos.
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