Llevaba un elegante traje azul de lana fría y sabía llevarlo con naturalidad, como si aquella prenda fuera la ropa más cómoda del mundo. Tenía unos cincuenta y tantos, el pelo cano y una llamativa distinción que hacía que las mujeres se fijaran en él cuando entraba en el bar.
Pidió un Rioja y tras paladearlo con aires de gourmet comenzó a hablar.
- Una mujer madura es como un buen mueble de caoba, cuantas más caricias ha recibido más bello está. El amor en sus brazos es como paladear el sonido perfecto de un Stradivarius.
No hablaba para nadie. Hablaba para sí, como si el vino le hubiera despertado una atávica nostalgia, y la madurez le fuera revelando el pequeño misterio del paso del tiempo.
- Tardas en darte cuenta pero cuando lo descubres sabes que sólo en esos brazos experimentados, pero aún tan tiernos, puedes encontrar ese amor dulce y delicado que en el fondo todos buscamos.
Y hablaba y hablaba y alguna de las mujeres que le estaban escuchando empezaron a mirarle con ojos sonrientes y coquetos. El tipo sabía estar, sabía beber y sabía hablar.
- La edad en una mujer es un premio oculto para los pacientes, para los que saben esperar silenciosamente a que el vino mejore en la bodega, hasta que lo que fue una simple bebida se transforme en un lujo.
No había duda. Tenía labia. Este no va a irse solo, pensé para mí, y no tardé mucho en descubrir mis inesperadas dotes de adivino.
Se abrió la puerta como con un campanilleo y entró ella, dirigiéndose sonriente hacia él. Debía tener unos veinte años, y por la forma en que le besó no debía ser precisamente su hija. Él miró a su alrededor ruborizado, y como si intentara justificar su contradicción añadió:
- Apruebo el teórico, pero el práctico siempre lo suspendo.
Y con una sonrisa de entrega se perdió por la puerta rendido al inquietante abrazo de Lolita.
domingo, 22 de julio de 2007
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3 comentarios:
Buenisimo Nacho, se lo pensaba fotocopiar a mi grupo de "conocer Madrid, pero el final.. Creo que es perfecto y se lo daré a todas las que estamos en el Teórico. Estoy enganchadisima a este Bar
A las duras y a las maduras... La vida termina por darte labia.
Pero ésta me la apunto...
¡¡Brillante!!
Lo tengo bastante parado, Elena. Pero volveré.
Y gallo, gracias amigo.
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